En esta entrada nos gustaría centrarnos en
el papel que juega el profesor dentro del aula, tomando como referencia algunas
de la ideas que se plantean en el capítulo 4 “La vida en las aulas” de Feito
(2010) en su libro “Sociología de la educación secundaria”.
Desde una perspectiva idealista, tal y
como describe Durkheim (1985), el objetivo y función del profesor es enseñar
sin tener en cuenta el proceso pedagógico o educativo que él lo considera como
parte de la dominación ideológica. Por otro lado, Max Weber (1997) señala que
la escuela, y por lo tanto el profesor de la etapa de secundaria, son determinantes
para el futuro profesional de los jóvenes ya que tienen la llave para su acceso
a estudios superiores.
Para Jackson (1991) en su libro “La vida
en las aulas” establece la presencia de rasgos menos evidentes que aquellos
normalmente asociados a la escuela, que contribuyen a construir una “realidad
vital” a la que se deben incorporar y adaptar los alumnos. Esta vida escolar
incluye tres aspectos diferenciados que son aprender a vivir en el aula (masa),
estar sometido a un constante proceso de evaluación (elogio) y la diferencia de
poder a la que están sometidos (poder). Estos tres factores forman la base del
currículo oculto.
Otro aspecto del poder del profesor, que
está directamente ligado al currículo oculto, son las expectativas sobre el
alumnado. Esto se ha definido como el efecto Pygmalion o teorema de Thomas.
Este efecto sobre los alumnos puede ser tanto negativo, bajas expectativas,
como positivo, altas expectativas. Una explicación del concepto y de un
experimento realizado por Rosenthal y Jackobson se incluye en el siguiente vídeo.
Consideramos que como futuros docentes, debemos
reducir el efecto negativo de las expectativas mediante eliminación de prejuicios
sobre los alumnos ya que esto puede condicionar el trato que podamos tener en
el futuro con ellos. Por otro lado, debemos ser pacientes y no llegar a
conclusiones demasiado deprisa que nos conlleve a una clasificación de cada uno
de ellos. Y por último, pero no menos importante, la predisposición del docente
a una educación personalizada, a conocer a cada uno de los alumnos son en mi opinión
clave para desarrollar todo su potencial.